El impacto de la actividad humana en el agua
El uso actual del agua dulce en el mundo ya está cerca del nivel máximo sostenible.
Las actividades humanas, como la agricultura intensiva, la industria, la deforestación y la destrucción de los humedales, están perturbando la evapotranspiración (generada por las plantas y el suelo), lo que perjudica el vapor y la condensación del agua y, por tanto, el proceso de precipitación, la recarga de las aguas subterráneas, el caudal de los ríos, etc.
Además, la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas ha provocado un deterioro de la calidad del agua. Como consecuencia, los mayores ríos del mundo -en África, Asia y América Latina- están cada vez más contaminados, lo que amenaza directamente la salud de más de 300 millones de personas y afecta indirectamente a la producción de alimentos en muchos países, según la ONU.
El impacto del cambio climático en el agua
Si bien llevamos varios años luchando por resolver el viejo problema de la escasez de agua para alimentos en el Sur, ahora también tenemos que luchar contra la aceleración del cambio climático. Las interacciones humanas en el ciclo del agua se ven agravadas por los efectos del calentamiento global.
Entre el agotamiento de los recursos hídricos profundos, la multiplicación y la intensificación de los fenómenos de crisis (como las inundaciones o las sequías), las perturbaciones climáticas de los últimos 20 años han afectado al ciclo hidrológico.
La importancia de cambiar nuestros hábitos de consumo de agua
A la vista del estado actual de los recursos hídricos en todo el mundo, los expertos científicos lo tienen claro: es imperativo mejorar nuestra gestión de estos recursos optimizando nuestro consumo, reutilizando nuestras aguas residuales y preservando las reservas de agua dulce y sus ecosistemas para favorecer la producción natural de este precioso recurso.